Entre las sábanas compartidas de una noche y varios días, he pasado a su lado risas, caricias, y algún que otro enfado. Las miradas que trasmite, son miradas confidentes, de esas que tanto me gustan, de esas que hacen que mi corazón se acelere. Se enciende su cigarro, su vicio por fumar es algo rutinario, pero acompañado de su sonrisa casi hace que se me olvide lo poco que me gusta esa costumbre que tiene. Ese cuarto está repleto de confianza, complicidad, y aciertos. Nadie esconde más secretos que esa habitación de cuatro paredes.Puede ser bastante complicado explicar con palabras lo que de verdad se siente. Estos no son los recuerdos que una olvida con doce copas de un bar, esperando olvidar todo lo que un día le hizo feliz y que ahora pretende que sus recuerdos se desprendan. Pasarán segundos, horas, días, meses, años, y me costará olvidarle cien días y miles de noches.
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