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martes, 10 de junio de 2014

Lo que todos buscan, pero todos tienen.

Me cuesta trabajo entender, por qué confunden la felicidad,
y tienen el lujo de ponerle ese nombre a todo.
A las sonrisas efímeras,
a las tardes de verano cuando cae el sol,
a los subidones de adrenalina 
a los suspiros de alivio cuando todo acaba,

pero cuando algo nuevo empieza.

Llaman felicidad a lo que yo llamo: 'olvidar'
o, 'cosas que hacen que olvide'.

Me cuesta entender por qué yo, aquí, 
suspiro cada vez más fuerte cuando las sonrisas vuelven a ser,
lo que eran, 
tan largas y duraderas como cuando esperas algo que nunca llega.
Y por qué, yo, aquí, no soy capaz de llamar felicidad a todo lo que me rodea.
Y debería
Pero no.

Porque ya no existen los abrazos cómplices que tanto me gustan,
ni las miradas sin traiciones,
porque dicen que detrás de la tormenta llega la calma,

pero hay tormenta,

y a veces marca más que la calma, llevándose todo.
Otras veces me calma saber, que me tengo a mí.
Pero ni yo me tengo.
Y no consigo entender por qué todos la buscan.
cuando para mí,
es un conjunto de cosas tan pequeñitas,
casi como oler el pijama antes de dormir,
casi como dar un abrazo por un segundo, 
y llamadme loca,
por darle tiempo al tiempo, y el mejor lugar a los abrazos.

Pero siempre las cosas más fáciles de encontrar, las más insignificantes, son las que te dan esa felicidad.
No, perdón.

Ese instante de felicidad.

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